La vitamina D tiene un impacto significativo en la función del sistema inmunitario, ayudando a regularlo y apoyando su capacidad para luchar contra las infecciones. Es conocida por su efecto sobre la función de los linfocitos T y los macrófagos, que son células clave en la defensa del organismo contra los agentes patógenos. La vitamina D favorece la capacidad de los linfocitos T para reconocer y atacar microorganismos extraños y ayuda a los macrófagos a engullir y destruir patógenos.

Estudios^1,2 han demostrado que las personas con niveles adecuados de vitamina D son menos propensas a infecciones como la gripe, el resfriado común y otras infecciones víricas y bacterianas. La vitamina D también contribuye a la producción de péptidos antimicrobianos, como la catelicidina, que tienen la capacidad de eliminar bacterias, virus y hongos.

Además, la vitamina D interviene en la prevención de enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide y la diabetes de tipo 1, regulando la respuesta inmunitaria y evitando reacciones inflamatorias excesivas^3,4,5,6.

La vitamina D desempeña un papel importante en la salud cardiovascular al regular la presión arterial, la función cardiaca y la salud de los vasos sanguíneos. La vitamina D afecta al sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAA), que controla la presión arterial y el equilibrio de líquidos en el organismo. Al inhibir la actividad de la renina, la vitamina D puede ayudar a prevenir la hipertensión.

Además, la vitamina D tiene propiedades antiinflamatorias que ayudan a proteger los vasos sanguíneos de la inflamación, que puede provocar aterosclerosis, es decir, la acumulación de placas de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos, lo que a su vez puede provocar infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.

La carencia de vitamina D se asocia a un mayor riesgo de cardiopatías, como insuficiencia cardiaca, enfermedad coronaria e incidentes cardiacos. Los estudios sugieren que las personas con niveles bajos de vitamina D tienen más probabilidades de desarrollar hipertensión y peores resultados de salud cardiovascular^12,13.

Personas con exposición solar limitada

• Residentes de regiones con escasa exposición al sol: Personas que viven en latitudes septentrionales donde hay poca luz solar en invierno.
• Trabajadores de oficina: Personas que pasan la mayor parte del tiempo en interiores y rara vez salen al exterior.
• Personas que llevan ropa que cubre la mayor parte del cuerpo: Llevar ropa que cubre la piel por motivos religiosos, culturales o de salud puede reducir la síntesis de vitamina D.

Personas mayores

• Capacidad de síntesis reducida: A medida que envejecemos, la piel pierde su capacidad de sintetizar eficazmente la vitamina D cuando se expone a la luz solar.
• Más tiempo en interiores: Las personas mayores suelen pasar más tiempo en interiores o en centros asistenciales.

Personas con piel más oscura

• Melanina en la piel: Las personas con piel más oscura tienen más melanina, lo que reduce la capacidad de la piel para producir vitamina D cuando se expone a los rayos UVB.

Mujeres embarazadas y en periodo de lactancia

• Aumento de la demanda: Las mujeres embarazadas y lactantes necesitan más vitamina D para ellas y para su bebé. La carencia de vitamina D en la madre puede provocar carencias en el bebé.

Personas con determinadas afecciones médicas

• Enfermedades crónicas: Las personas con enfermedades como la celiaquía, la enfermedad de Crohn, la fibrosis quística y otros trastornos que afectan a la absorción de grasas pueden tener dificultades para absorber la vitamina D.
• Osteoporosis y otras enfermedades óseas: La administración de suplementos de vitamina D suele recomendarse para el tratamiento y la prevención de la osteoporosis.

Personas con sobrepeso u obesidad

• Almacenamiento de vitamina D en el tejido adiposo: Las personas con sobrepeso u obesas pueden necesitar dosis más elevadas de vitamina D porque ésta se almacena en el tejido adiposo, lo que reduce su disponibilidad en el organismo.